El cine llegó a la Argentina apenas
después de su lanzamiento en París, al poco tiempo ya empezaron a rodarse las
primeras producciones nacionales. Entre otros atractivos, hubo pioneros
mundiales en cine científico y de animación. Pero la verdadera industria
comenzó recién en 1933, con la afirmación del cine sonoro.
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La Guerra Gaucha. Programa del Cine Ambassador. Matinee. Noviembre de 1942. |
Los buenos tiempos, cuando las
películas argentinas se veían en toda Iberoamérica, duraron hasta comienzos
de los años '50. Luego, el paulatino cierre de los grandes estudios, el
crecimiento de la televisión, el anquilosamiento del cine popular, y el
aislamiento de un cine de autor, impusieron otras reglas de juego.
Sobre esas reglas, el actual cine argentino se ha restringido en cantidad y en mercado, pero mantiene una especial calidad, internacionalmente reconocida. |
La primera exhibición
cinematográfica, con vistas de los Lumiére, ocurrió el 18 de Julio de 1896.
Ya en 1894 había llegado el kinetoscopio y, a comienzos de 1896,
un concesionario de kinetoscopios había experimentado proyecciones
públicas con un aparato de su invención. En 1897 comenzó la importación
de cámaras francesas, y un francés residente en Argentina, Eugene Py,
se convirtió en el primer realizador y camarógrafo con el corto La
bandera argentina.
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Interior del programa de la película La Muchachada de a bordo |
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Programa de la película Tango. 27 de abril de 1933. |
En 1898, filmando sus
propias operaciones quirúrgicas, el doctor Alejandro Posadas inició el cine
quirúrgico. En 1900 aparecieron las primeras salas
específicamente dedicadas al cine, y los primeros noticieros.
Desde entonces, cabe señalar los ensayos de cine sonoro en 1907; el primer filme de ficción con actores profesionales, La revolución de mayo, en 1910; el primer largometraje, Amalia, en 1914; el primer gran éxito, Nobleza gaucha (costó 25.000 pesos y recaudó medio millón en seis meses, sin contar copias piratas) en 1915; el primer largometraje mundial de cine de animación, El apóstol, en 1917; y la primer mujer directora de Latinoamérica, también en 1917. Entre melodramas, policiales, cintas cómicas y temas camperos; durante el período mudo, se hicieron más de 200 películas; destacándose los asuntos de clima tanguero de Agustín Ferreyra. Sin embargo, nunca se organizó una verdadera industria, y ni siquiera se conservaron debidamente las películas. La verdadera industria surgió con el cine sonoro, en 1933. Casi al mismo tiempo nació Argentina Sono Film, con Tango (donde debutaron Libertad Lamarque, Tita Merello y Luis Sandrini); y Lumiton, con Los tres berretines. |
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Pronto, éstas, y otras empresas
llegaron a producir, en estudios propios, unos treinta filmes anuales que
exportaban a toda Latinoamérica; en especial los melodramas de Libertad
Lamarque, las cómicas de Sandrini y, más tarde, también las de Niní
Marshall.
En 1938 ya existían 29 galerías de filmación, aunque de equipamiento todavía precario. |
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Niní Marshall personificando a Catita
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Muchachada de a Bordo.
Tapa del programa |
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Mario Soffici |
Los principales realizadores eran
el prolífico Moglia Barth. El más prometedor y hábil Manuel Romero con: La
vida es un tango; La muchacha del circo y Fuera de la ley
drama policial prohibido en New York; entre otros. El riguroso Mario Soffici,
autor de Prisioneros de la tierra (según encuestas, el mejor filme del
cine argentino) y otros dramas sociales y también algunas comedias; el poeta
suburbano Leopoldo Torres Ríos autor de La vuelta al nido, Pelota
de trapo y Aquello que amamos; el retórico pero efectivo Luis
César Amadori realizador de Dios se lo pague y Almafuerte; y,
el creador de comedias burguesas, Francisco Mugica en Así es la vida y
Los martes, orquídeas. También los más refinados Daniel Tynaire, Luis
Saslavsky, de Savalía y Borcosque.
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Izq.: Prisioneros de la tierra. Mario Soffici . Centro: Arturo de Córdoba, Enrique Chaico y Zully Moreno en Dios se lo pague. Luis César Amadori. Der.: Así es la vida. Francisco Mugica. |
Lucas Demare |
Pronto se
sumaron Carlos Hugo Christensen con sus dramas y comedias de carga erótica
como Safo y El ángel desnudo, los directores de comedias Bayón Herrera
y Schlieper, y el director de cine épico Lucas Demare con: La guerra
gaucha y Su mejor alumno.
Tres hechos clave de los años '40 fueron la formación de la cooperativa Artistas Argentinos Asociados, con buena parte de la "intelligentzia" de la época; en segundo lugar, la crisis por falta de película virgen (consecuencia de la neutralidad argentina durante la segunda guerra mundial) y, desde 1944, la creciente intervención del Estado. Con el tiempo, esto se traduciría en formas de censura, listas negras, reparto discrecional de película virgen y créditos blandos que sólo beneficiaron a los comerciantes de ocasión. |
Interior del programa de la
película La Guerra
Gaucha
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Se destaca sin embargo la calidad
del cantante, actor y realizador Hugo del Carril en Las aguas bajan
turbias, La Quintrala y Más allá del olvido. En 1957 se
crearon la Ley de Cine y el Instituto Nacional de Cinematografía (INC), que
desde entonces decide créditos, difusiones... o trabas burocráticas, según
la época.
Con su
respaldo inicial se afirmaron el polemista Leopoldo Torre Nilsson, que pronto
alcanzó fama internacional autor de La casa del ángel y La
mano en la trampa; la dupla Fernando Ayala - Héctor Olivera (El jefe,
El candidato), creadores de el sello Aries y; tras ellos, los miembros
de la llamada generación del '60, ajenos al sistema de estudio, ya demasiado
caro y anquilosado.
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Leopoldo
Torre Nilsson
en plena filmación. |
Las aguas
bajan turbias.
un film de Hugo del Carril |
La
Patagonia Rebelde
film de Héctor Olivera |
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En esa época se destacaron Simon
Feldman con El negoción , Martínez Suárez con Dar la cara, René
Mugica con Hombre de la esquina rosada sobre un cuento de Borges,
Lautaro Murúa con Shunco y Manuel Antin con La cifra impar,
sobre un cuento de Cortázar. Paralelamente, Fernando Birri impulsaba su
escuela de cine documental, con dos trabajos memorable: Tiré dié y Los
inundados, donde la denuncia realista y el humorismo provinciano hacían
una buena combinación.
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Lautaro Murúa |
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Fruto de esos tiempos sería otro
actor, cantante y director: Leonardo Favio, que debutó con un excelente
drama, casi autobiográfico, Crónica de un niño solo. Hacia fines de
los '60 interesó el cine underground de algunos directores de publicidad que
experimentaban con el lenguaje, pero, sobre todo, interesó el ensayo político
de Pino Solanas y Octavio Getino en La hora de los hornos, un trabajo
provocativo e innovador, exhibido, forzosamente, en funciones clandestinas
como desafío al gobierno militar de turno. Mucho cine de agitación se
desarrolló por esos años.
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Pino
Solanas
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La
Patagonia rebelde
Héctor Olivera |
La Tregua, un film
de Sergio Renán |
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Entre 1973 y 1975,con un gobierno
democrático y una economía medianamente estable, el cine argentino alcanzó
grandes éxitos de crítica y boletería, como el drama campero Juan
Moreira (Favio), La Patagonia rebelde una historia de represión
(Olivera), La tregua, un romance de oficina candidateado al Oscar
(Sergio Renán) y La Raulito (Murúa).
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Pero la censura y un nuevo gobierno
militar, acabaron con esa primavera. El desquite vendría después, con Tiempo
de revancha de Adolfo Aristarain, la comedia satírica Plata dulce
de Ayala, y el documental La república perdida de Miguel Pérez. En
1984 un gobierno radical acabó con la censura y un cineasta de los '60,
Manuel Antin, puesto al frente del INC, propició el surgimiento de una nueva
generación, que pasó a llamarse del Cine Argentino en Libertad y
Democracia.
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Tiempo de revancha. film de Adolfo Aristarain. |
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Izq.: Susú Pecoraro e Imanol Arias en Camila. María Luisa Bemberg. Centro: Chunchuna Villafañe y Norma Aleandro en La Historia Oficial. Luis Puenzo. Der.: Miguel Angel Solá en El exilio de Gardel. Pino Solanas. |
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Así surgieron Camila de
María Luisa Bemberg, (otro candidato al Oscar), La historia oficial de
Luis Puenzo, ganador, finalmente, del Oscar, Hombre mirando al sudeste
de Eliseo Subiela, Tangos. El Exilio de Gardel de Solanas, La
deuda interna de Miguel Pereira y muchos otros filmes, la mayoría de
realizadores jóvenes o postergados que ganaron gran cantidad de premios
internacionales, y colocaron sus películas en casi todo el mundo.
Sin embargo, la crisis económica argentina de 1989, con su hiperinflación, terminó también con los nuevos sueños. Convertidos definitivamente en directores-productores dependientes del subsidio oficial o de la coproducción extranjera, los cineastas argentinos se esperanzan hoy en la nueva ley, aprobada en 1995, que obliga al video y la televisión a aportar dinero para financiar películas argentinas. Quizás de este modo, la Evita de Alan Parker termine financiando un buen filme argentino sobre Eva Perón. Por lo pronto, continúan surgiendo jóvenes realizadores, de mucha creatividad y bajos presupuestos, como Ciro Capellari que en estos días está filmando con la actriz española Angela Molina en la Patagonia, Alejandro Agresti o Jorge Rocca.
ANDREA FREDES
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