Teatro
La historia del
teatro en la Argentina surge desde la época colonial, pero su aceptación
e importancia que tiene hoy, se debe a la creación de los teatros a fines del
siglo XIX, pioneros de los teatros más importantes del país, Colón, Cervantes y el nuevo Coliseo, que ofrecen al
público el más variado y altísimo nivel teatral en sus obras.
Los teatros en la Argentina fueron siempre un lugar importante de
entretenimiento y de cultura. Si bien el centro teatral más importante del país
es la ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Mar del Plata son ciudades con
un gran público teatral.
En Buenos Aires, el más importante y con casi cien años de
historia es el Teatro Colón. Ubicado en el centro porteño, tiene una
arquitectura propia de principios de siglo XX aunque se puede distinguir
estilos del renacimiento italiano. En el edificio funciona el Instituto
Superior de Arte, donde se dictan las carreras de Danza clásica, Canto lírico,
Régie, Dirección musical de ópera y Caracterización teatral.
El Gran Teatro de Córdoba es uno de los más antiguos del país. Fue
inaugurado el 13 de abril de 1873 y es una de las obras más importantes del
arquitecto Amadeo Rodríguez. El teatro funcionó hasta 1970 que estuvo a punto
de ser demolido, pero en 1982 la municipalidad de la ciudad se hizo cargo de
edificio y lo declaró inmueble de interés histórico-artístico. Después de
cuatro años de remodelación, el teatro reabrió sus puertas al público.
En Rosario, el Teatro Broadway es el más grande de la ciudad y
donde actuaron los principales personajes de la historia del teatro argentino.
Fue inaugurado en 1926 con un recital de Carlos Gardel y años más tarde,
Libertad Lamarque deslumbró a más de mil rosarinos. Durante muchos años se
utilizó como cine y debió cerrar sus puertas en 1999. Con una gran reapertura,
tres años más tarde, un unipersonal de China Zorrilla marcó el inicio de una
nueva etapa para el Broadway.
Todos los veranos, Mar del Plata es el centro teatral más
destacado del país. Cada teatro alberga a los principales actores argentinos
que se mudan durante tres meses a la ciudad. Casi todas las noches hay un
espectáculo diferente para ver y con entradas agotadas.
Con un público exigente y
variado, tanto como para directores y actores triunfar en la feliz es
sinónimo de calidad y admiración.La literatura argentina acompañó el
crecimiento del teatro nacional a nivel mundial, donde actores, directores y
autores brillan por los escenarios de toda Europa. Hoy en día Eduardo Pavlovsky,
Javier Daulte y Rubén Szuchmacher
son abanderados orgullosos del teatro argentino en todo el mundo.
El Teatro Colón
El 27 de abril de 1857, se inauguró el primer Teatro Colón, con
una puesta de La traviata. Estaba ubicado frente a la Plaza de Mayo, en la
esquina sudoeste de la manzana comprendida entre Rivadavia, Reconquista,
Bartolomé Mitre y 25 de Mayo. Los planos fueron confeccionados por el Ing.
Carlos E. Pellegrini –padre del futuro Presidente de la República–. Su
capacidad estaba calculada para 2.500 personas.
En la construcción del primitivo Colón se utilizaron, por primera
vez en el país, tirantes y armazones de hierro. La multitud de candelabros y la
araña central de 450 luces eran alimentadas a gas. El escenario, el más amplio
que se construyera hasta esa fecha, estaba dotado de todos los elementos
necesarios para las grandes puestas escenográficas.
En sus tres décadas de existencia, el antiguo Teatro Colón, que
debió cerrar sus puertas en 1888 para transformarse en la sede del Banco de la
Nación Argentina, presentó a los más famosos cantantes de la época – Enrico
Tamberlick, Giuseppe Cima, Sofía Vera-Lorini, Giuseppina Medori, Federico
Nicolao, Julián Gayarre, Adelina Patti y Francesco Tamagno– y desarrolló un
repertorio que aún hoy sigue llamando la atención por su amplitud y
eclecticismo y que incluía estrenos de óperas alemanas, que eran cantadas en
italiano, tal como ocurría en algunos países europeos.
Cuando el antiguo Teatro Colón realizaba sus rutilantes temporadas
líricas, el Teatro de la Academia de Música de Nueva York, activo en su sede de
la calle 14 desde el año 1849, y la desaparecida la Ópera Metropolitana de
Broadway, nacida en 1883, realizaban temporadas líricas limitadas,
virtualmente, al repertorio alemán, que resultaba económicamente más viable que
las óperas con estrellas vocales de Italia, España y Francia.
Hacia fines del siglo pasado, las óperas italianas y francesas que
se representaban en ambos teatros neoyorquinos solían ser cantadas en alemán
con artistas de ese origen. Todo ello establecía un fuerte distingo entre las
actividades operísticas porteñas, que se realizaban paralelamente en varias
salas, y las de Nueva York, distingo que se acentuaba por la diversidad del
repertorio abordado por nuestros teatros líricos y por la envidiable calidad de
sus intérpretes.
Teatro Nacional Cervantes
La inauguración del Cervantes el 5 de setiembre de 1921, tuvo una
doble significación. Por un lado, para el país, constituyó un verdadero
acontecimiento cultural y social que convocó a artistas, intelectuales,
políticos y, por cierto, a lo más granado de la sociedad de principios de
siglo. El suceso mereció un despliegue excepcional por parte de la prensa
porteña. Por otro, fue la cristalización del sueño más anhelado de la actriz
española María Guerrero y su esposo Fernando Díaz de Mendoza, matrimonio que no
sólo empeñó su voluntad y toda su energía, sino su fortuna personal para
concretar el proyecto de construir en Buenos Aires el estupendo coliseo.
Tenía 30 años y un nombre que se asociaba con la renovación del
arte dramático y escénico de España, donde el público la amaba. Sin ella, el
teatro español contemporáneo, acostumbrado hasta aquel momento a los telones
pintados y a un vestuario adquirido en las proximidades del Rastro, no hubiera
alcanzado el apogeo que consiguió.
Para el público burgués de entonces fue una revelación ver
reconstruido el drama histórico en su verdadero ambiente y presenciar la
comedia de salón en su apropiado marco de elegancia. No fue menor el
reconocimiento del público argentino. La compañía Guerrero- Diaz de Mendoza o
del Teatro de la Princesa de Madrid, que la Guerrero y su marido dirigían,
rápidamente consolidó su prestigio en Buenos Aires.
María Guerrero era una aristócrata a la española. Así la
consideraban sus seguidores y también los intelectuales de la época por su amor
al prójimo y por su sentido democrático de la vida. Es verdad que ella y su
marido vivían y viajaban siempre como grandes señores que satisfacían sus
deseos y caprichos; sin embargo, una generosidad sin límites impulsó siempre
las acciones del matrimonio.
En 1918, los diarios anunciaron la construcción del teatro de los
esposos Guerrero-Díaz de Mendoza en el terreno de la esquina de Libertad y
Córdoba. Ambos actores se lanzaron a la empresa con pocos recursos, pero
comprometiendo hasta al mismo rey de España para que todo el país trabajara sin
condiciones. Tanto se entusiasmó Alfonso XIII con este proyecto que se
constituiría en alta tribuna del arte y del idioma castellano, que adhirió a su
realización y ordenó que todos los buques de carga españoles de su gobierno que
llegasen a Buenos Aires debían transportar los elementos artísticos
indispensables para el Cervantes.
Diez ciudades españolas trabajaron para el suntuoso teatro: de
Valencia, azulejos y damascos; de Tarragona, las locetas rojas para el piso; de
Ronda, las puertas de los palcos copiadas de una vieja sacristía; de Sevilla,
las butacas del patio, bargueños, espejos, bancos, rejas, herrajes, azulejos;
de Lucena, candiles, lámparas, faroles; de Barcelona, la pintura al fresco para
el techo del teatro, de Madrid, los cortinados, tapices y el telón de boca, una
verdadera obra de tapicería que representaba el escudo de armas de la ciudad de
Buenos Aires bordado en seda y oro.
El diseño y la ejecución de las obras estuvo a cargo de los arquitectos Aranda y Repetto quienes, junto con la Guerrero, estuvieron de acuerdo para que la fachada del edificio reprodujera en todos los detalles a la de la Universidad de Alcalá de Henares, de estilo Renacimiento y columnas platerescas. La construcción y ornamentación del Cervantes demandó cerca de setecientas personas entre operarios y artistas, pero todo fue ideado, corregido y también modificado mediante la constante y sagaz vigilancia de María Guerrero.
El diseño y la ejecución de las obras estuvo a cargo de los arquitectos Aranda y Repetto quienes, junto con la Guerrero, estuvieron de acuerdo para que la fachada del edificio reprodujera en todos los detalles a la de la Universidad de Alcalá de Henares, de estilo Renacimiento y columnas platerescas. La construcción y ornamentación del Cervantes demandó cerca de setecientas personas entre operarios y artistas, pero todo fue ideado, corregido y también modificado mediante la constante y sagaz vigilancia de María Guerrero.
Por decreto, en julio de 1924, el entonces presidente de la
República Marcelo Torcuato de Alvear creó el Conservatorio Nacional de Música y
Declamación. Al año siguiente, la Comisión Nacional de Bellas Artes estudió la
forma de dar al país un teatro oficial que fuera también el escenario lógico de
los futuros alumnos del Conservatorio. Para cristalizar el proyecto, García
Velloso, en su carácter de vicedirector del Conservatorio y consejero del
citado organismo, planteó la posibilidad de lograr de inmediato el edificio
para el teatro oficial. Y así fue como Alvear hizo que el teatro de María
Guerrero pase a manos del Banco de la Nación y así empezar una historia con más
de ochenta años.
BERTONCINI ANGELES
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